Parece que hubiera pasado un año sin vernos. La pandemia ha invadido nuestro mundo en todos los sentidos, los abrazos han desaparecido y la buena comida ha migrado a domicilio. Le llaman “El efecto Lockdown”, una serie de acciones detonadas como consecuencia del encierro en casa que actualmente vivimos.
¿Lo has sentido?
Inicia con ansiedad de no saber cuando seremos libres, ¡Sí! ¡Libres! Libres de convivir en público y no de forma clandestina, como si cualquier demostración de afecto fuera delito llevado a juicio; genera un sentimiento de angustia por no saber de donde nos llegará el virus o si serás de estos casos asintomáticos, que terminan esparciendo la enfermedad a los que quieren por buscar un momento de contacto real.
El efecto continúa con la aparición de la nostalgia, añorando tiempos pasados donde la vida parecía tener más color. Yo, por ejemplo, extraño el olor a carnitas pasando por la calle José Morán en la San Miguel Chapultepec, y el ser recibida por el personal de sala de Pujol con una sonrisa; extraño la barra de Ellys y su berenjena parmesana a la temperatura correcta, y las risas en Le Tachinomi Desu con sus botellas de sake alineadas en la parte de atrás de la barra. Añoro esos días donde comer delicioso no implicaba tener que lavar 80 utensilios de cocina, y el sonido de las copas al brindar con amigos. Parece que ese sentimiento llegó para quedarse, ¡Es el encierro! que nos hace más vulnerables.
Luego vienen la esperanza, la fuerza de voluntad y la calma, mi parte favorita. Se aparecen en distintos formatos de evolución: reinvención en el caso de los negocios (entregas a domicilio, plataformas de clases online, y experiencias “Do it yourself”), aprendiendo y reforzando habilidades (clases de cocina, cursos de vinos, tocar nuevos instrumentos, mejorar nuestro cuerpo a través del ejercicio) y con crecimiento personal, generando iniciativas que nos inspiran a ser mejores (comidas para los héroes, impulsos por crear comunidad y ayuda para los más afectados).
Y aquí estamos, esperando que dentro de unos días, con las medidas de la “nueva normalidad” podamos convivir otra vez. Aprovechemos para demostrar que esta apertura no es un error, que podemos ser responsables de nosotros mismos y de la salud de los que nos rodean. Mantengamos nuestra distancia y asumamos el riesgo; ayudemos a esos negocios que lo necesitan, consumamos local, hagamos comidas en pareja en nuestros lugares favoritos y sigamos las indicaciones de las autoridades. Por una vez, no me pienso resistir el impulso, y pasaré al Turix después del 15 de junio por unos ricos tacos de cochinita, eso sí, sin bajar la guardia. El efecto Lockdown no ha terminado.
@danivillasuso @amarinemx